MONOLOGO DE
ISABEL:
(Sale ISABEL, como llorando.)
ISABEL.
Nunca
amanezca a mis ojos
la luz hermosa del día,
porque a su sombra no tenga
vergüenza yo de mí misma
la luz hermosa del día,
porque a su sombra no tenga
vergüenza yo de mí misma
¡Oh,
tú, de tantas estrellas
primavera fugitiva,
no des lugar a la aurora,
que tu azul campaña pisa,
para que con risa y llanto
borre tu apacible vista,
o ya que ha de ser, que sea
con llanto, mas no con risa!
¡Detente, oh mayor planeta,
más tiempo en la espuma fría
del mar! Deja que una vez
dilate la noche fría
su trémulo imperio; deja
que de tu deidad se diga,
atenta a mis ruegos, que es
voluntaria y no precisa.
¿Para qué quieres salir
a ver en la historia mía
la más enorme maldad,
la más fiera tiranía,
que en vergüenza de los hombres
quiere el cielo que se escriba?
primavera fugitiva,
no des lugar a la aurora,
que tu azul campaña pisa,
para que con risa y llanto
borre tu apacible vista,
o ya que ha de ser, que sea
con llanto, mas no con risa!
¡Detente, oh mayor planeta,
más tiempo en la espuma fría
del mar! Deja que una vez
dilate la noche fría
su trémulo imperio; deja
que de tu deidad se diga,
atenta a mis ruegos, que es
voluntaria y no precisa.
¿Para qué quieres salir
a ver en la historia mía
la más enorme maldad,
la más fiera tiranía,
que en vergüenza de los hombres
quiere el cielo que se escriba?
Mas,
ay de mí!, que parece
que es fiera tu tiranía;
pues desde que te rogué
que te detuvieses, miran
mis ojos tu faz hermosa
descollarse por encima
de los montes. Ay de mí,
que acosada y perseguida
de tantas penas, de tantas
ansias, de tantas impías
fortunas, contra mi honor
se han conjurado tus iras.
que es fiera tu tiranía;
pues desde que te rogué
que te detuvieses, miran
mis ojos tu faz hermosa
descollarse por encima
de los montes. Ay de mí,
que acosada y perseguida
de tantas penas, de tantas
ansias, de tantas impías
fortunas, contra mi honor
se han conjurado tus iras.
¿Qué
he de hacer? ¿Dónde he de ir?
Si a
mi casa determinan
volver mis erradas plantas,
será dar nueva mancilla
a un anciano padre mío,
que otro bien, otra alegría
no tuvo, sino mirarse
en la clara luna limpia
de mi honor, que hoy, ¡desdichado!,
tan torpe mancha le eclipsa.
Si dejo, por su respeto
y mi temor afligida,
de volver a casa, dejo
abierto el paso a que digan
que fui cómplice en mi infamia;
y ciega e inadvertida
vengo a hacer de la inocencia
acreedora a la malicia.
volver mis erradas plantas,
será dar nueva mancilla
a un anciano padre mío,
que otro bien, otra alegría
no tuvo, sino mirarse
en la clara luna limpia
de mi honor, que hoy, ¡desdichado!,
tan torpe mancha le eclipsa.
Si dejo, por su respeto
y mi temor afligida,
de volver a casa, dejo
abierto el paso a que digan
que fui cómplice en mi infamia;
y ciega e inadvertida
vengo a hacer de la inocencia
acreedora a la malicia.
¡Qué mal
hice, qué mal hice
de escaparme fugitiva
de mi hermano! ¿No valiera
más que su cólera altiva
me diera la muerte, cuando
llegó a ver la suerte mía
de escaparme fugitiva
de mi hermano! ¿No valiera
más que su cólera altiva
me diera la muerte, cuando
llegó a ver la suerte mía
Llamarle
quiero, que vuelva
con saña más vengativa
y me dé muerte; confusas
voces el eco repita,
diciendo
con saña más vengativa
y me dé muerte; confusas
voces el eco repita,
diciendo
COMENTARIO DEL MONÓLOGO:
En este
fragmento se presenta el monólogo que tiene Isabel tras haber sido violada por
el capitán don Álvaro, acto por el cual ha perdido el honor. En él se dirige
hacia la luna a la que ruega que no aparezca porque pronto llegará el día y con
él, su deshonra podrá verse. A lo largo del texto se lamenta por las
repercusiones que este hecho pueden acarrear a su anciano padre además de la
reacción que pueda tener con ella. Debido al sentimiento de vergüenza que
siente hacia su persona, Isabel llega a
plantear la idea del suicidio o que su hermano acabe con su vida para poder
limpiar el honor mancillado.
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